"Lo ha dicho el Papa y punto redondo: en el cielo no habrá procreación, ni sexo por lo tanto. Lo que se le ofrece a la humanidad doliente no es el séptimo cielo, es un paraíso light, un cielo descafeinado. En el buen viejo cielo la gente podía esperar recibir todos los besos que no recibió jamás y saciar toda la sed de ternura para la que nunca halló oasis en el desierto de la Tierra. Pero ahí lo tenemos: habrá sin duda espirituales bienaventuranzas, pero nada de sexo. Será como la resurreción de la carne, pero sin carne. Un cielo para vegetarianos.
Quienes vayan allí serán como los ángeles, pero sin posible discusión sobre su sexo. ¡Qué le vamos a hacer! En la vida hay quien encuentra bello el espectáculo de dos que intentan rebasar unas fronteras corporales que sólo así pueden desaparecer, ilusoriamente, pero de forma maravillosa. Y hay quien le llama a eso, como un mezquino personaje de Shakespeare, "hacer la bestia de las dos espaldas". ¡No hay derecho, hombre! Dios, que tantas veces sale de casa sin dejar siquiera puesto el contestador automático, debería librarnos esta vez de tantos aguafiestas, o hacer que eliminaran de otra manera sus represiones. Ojalá, en otros cielos más clementes siga habiendo huríes, squaws y valquirias -y sus equivalentes masculinos- que acompañen, arco iris arriba, a los pobres mortales. Y que quienes lo esperan, se encuentren algún día con Nicole Kidman, o con Kevin Costner, en el Harry's Bar de un cielo realmente protector".
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