Mi primer encuentro con el Capitán Trueno, al hablar del mismo, me produce un sentimiento contradictorio, porque se pierde en la siempre volátil memoria de los recuerdos y a la vez no deja de ser poderosamente esclarecedor; en realidad no podría definir con exactitud cuándo se produce dicho encuentro, porque como ya digo, los recuerdos se confunden. Cuando pienso por primera vez en el Capitán Trueno, automáticamente se me viene a la cabeza un crío de siete años acostado en su cama y un montón de tebeos sobre ella. Seguramente aquejado de sarampión, enfermedad que me afectó por aquella edad, mi padre, además de los juguetes que rodeaban mi habitación y que me hacían sin duda más llevadera la convalecencia, me trajo un feliz día una pila de tebeos de toda clase y condición. Es curioso, recuerdo que había un surtido, sí, pero del mismo sólo puedo rescatar de esa memoria infantil un personaje y dos cómics: El Capitán Trueno y los álbumes en formato Olé
El Círc
ulo de la Muerte y
Lucha contra el Mar… A lo mejor no fue un día más de mi enfermedad, y pudo ser simplemente una gratísima sorpresa matutina de mi padre, pero así es como lo recuerdo.
La impresión que me causaron estos álbumes fue indudablemente abrumadora; me sorprendió que el héroe de las historias fuera español, yo, que ya por aquellas fechas devoraba cómics de superhéroes de Vértice; leyendo
El Círculo… me sentí cómplice de la angustia de Trueno atrapado en aquel bajel que se hundía inexorablemente, agudizada con la amenazadora espada del “Pulpo” en ristre dispuesto a acabar definitivamente con el enemigo que tanto le había humillado; en
Lucha contra el Mar, no podía comprender cómo éste se había vuelto contra Trueno y sus amigos, seguro de la maldad de éstos, y sufría junto a Sigrid el engaño que padecía por parte del cruel Kusiak, Sin embargo, Kusiak era (para mí) un malvado patético al lado del “Halcón”, otro villano cuyo nombre también presentaba una remembranza animal y que como el “Pulpo”, había regresado de una aparente muerte para vengarse de la reina de Thule… ¡Qué dos grandes historias! Con ellas, Ángel Pardo se convirtió para aquel niño en el dibujante referencia del Capitán, desconocedor aún de la grandiosa calidad gráfica de Ambrós. Después de estas inolvidables lecturas, Trueno no regresó a mis aficiones comiqueras hasta 1986, con la publicación de la revista de la ya agonizante Bruguera.
La muerte de Sigrid fue la que más me gustó de las tres historias publicadas íntegramente, pero sin lugar a dudas el descubrimiento de la edición facsímil gracias a la inconclusa reedición de Bruguera y
per ende de las primeras aventuras de Trueno, permitió a un joven lector (sobre todo de superhéroes) de catorce años descubrir en todo su esplendor la perfecta simbiosis entre Mora y Ambrós. Estos doce números superaron con creces las aventuras de la revista y se guardaron celosamente a la espera de otro mágico encuentro con el personaje.
Encuentro que no se produce realmente hasta 1991 con
La Reina Bruja de Anubis. A pesar de iniciar la fabulosa colección Aventuras Bizarras de Forum, en 1987 los cómics DC de Zinco copaban todo el protagonismo. No obstante, cuatro años más tarde, quizás afectado por un inevitable agotamiento hacia este tipo de publicaciones, recupero a Trueno aprovechando la ilusionante circunstancia del lanzamiento de su nueva aventura. La lectura por entregas de
La Reina… en Super-Mortadelo gozó de un suspense imposible de comparar con otros tebeos que adquiría por aquel entonces; la espera por disfrutar del siguiente episodio se hizo en ocasiones insoportable. El Trueno de Burns cumplió con un doble objetivo en mi vida: me hizo recuperar para siempre al mejor personaje que ha dado el tebeo español, y por otra parte, su lectura, junto con la recuperación de material antiguo gracias a búsquedas intensas y felices reediciones por parte de Ediciones B, me hizo salir del profundo pozo en que me encontré sumido a inicios de los noventa aquejado de una terrible enfermedad; Trueno me dio la fortaleza suficiente para seguir luchando, como lo hacía él en aquellas maravillosas historias y, como él, logré salir vencedor de tan tremendo enemigo.
Desde entonces, Trueno ha seguido presente en mi vida; recordándome con el repaso constante de sus aventuras que debo esforzarme por ser cada día mejor persona, saber afrontar y superar las adversidades y no tolerar las injusticias. Las ideas que Mora plasmó en su personaje, y que son las suyas propias, siguen siendo necesarias cincuenta años después, por lo tanto debemos procurar mantenerlas con vida. Y digo esto porque el Capitán Trueno ha "padecido", digámoslo así, recientes experimentos que en lugar de revitalizarlo, parecen querer hundirlo cada vez más en el ostracismo historietístico español... Las últimas
intenciones editoriales, en lugar de procurar el mantenimiento de la leyenda, parece que se han elaborado para que desaparezca, e incluso es posible que tan mísero objetivo se materialice, pero lo que nunca podrá evitar es que Trueno, aunque no cabalgue más en los cómics, lo siga haciendo en nuestros corazones.
LARGA VIDA AL CAPITÁN TRUENO!
(Artículo originalmente publicado en el libro "El Capitán Trueno: De la ilusión al mito". La Busca Edicions, 2006).